
Vuelta a la cama. Y estoy sentada en el mismo lugar que anoche. Y que mañana. Los pies se acomodan de manera perfecta para no descansar de mí por infinita jornada consecutiva.
Te saco de abajo de la almohada, despacio. Hacés ruidito, como a recuerdo. Y tus ojos se acomodan en mis manos. Sonreís, como las piedras a las que le hacen cosquillas el mar y la arena.
Es agosto y hace frío, pero igual no me diste tiempo a alcanzarte un abrigo, rápido saliste volando por la ventana. Aunque no dijiste, me imagino que otra vez será: hasta mañana.
Hola, me gusta, y es como una rutina alterada que se desenpolva en la vida misma y salen pedacitos de madera voldando por el infinito de los dias que quedan... una rutina alterada que recrea un recuerdo vivido que tu y yo sabemos, no volverá.
ResponderEliminarMe alegra encontrar textos como estos y llenarme de palabras bonitas juagadas en tristezas cotidianas.
Natalia, mi blog se llama "huele a luna mojada" si quieres leer algo.